Amamantar a un bebé es un proceso que lleva unas semanas de ajuste a toda mamá: la leche que producen los pechos no siempre se acomoda a lo que el bebé necesita. Durante el primer período de vida del bebé, es normal que la producción de leche de la madre sea sobreabundante o sea escasa.
Sobreproducción de leche
La sobreproducción de leche no suele ser tan traumática para las madres. En general, los inconvenientes que produce son más físicos que emocionales: hormigueos en los pechos o fluido espontáneo –cuando la leche sale de las mamas sin que el bebé succione-. Para el bebé, también puede producirse atragantamiento. Pero lo más común es que la sobreproducción se solucione automáticamente en pocas semanas.
Para mitigar la sobreproducción de leche existen recomendaciones muy simples. Uno de los problemas más frecuentes es la hinchazón de las mamas, que dificulta que el bebé se prenda del pezón para succionar. Para solucionarlo, conviene extraer un poco de leche antes de amamantar al bebé. Al principio sólo salen gotas, pero luego empiezan a salir chorritos más fluidos.
También es aconsejable darle al bebé sólo un pecho por mamada. De esta manera, el bebé toma la leche con mayor contenido graso, que es la que se encuentra después de los primeros chorros. Además, la leche retenida en el otro pecho hará que la sobreproducción se vaya regulando automáticamente.
Escasez de leche
La falta de leche preocupa a muchas las madres, y es la mayor causa de abandono de la lactancia. Cuando la mamá no tiene suficiente leche en sus mamas para satisfacer al bebé, suele complementar el amamantamiento con leche artificial. Sin embargo, la producción de leche está directamente relacionada con la succión: cuanto más succione el bebé, más leche producirá la madre. En consecuencia, si el bebé es alimentado de otras maneras tendrá menos incentivos para alimentarse y, por lo tanto, succionar.
Por eso, conviene aplicar algunos consejos antes de alarmarse y visitar al médico. Primero, hay que prestar atención al modo en que el bebé succiona. A veces, a causa de su posición o de su manera de tomar el pezón, el pequeño succiona muy débilmente, quedando así leche en las mamas. En estos casos, hay que cambiar la posición del bebé hasta que logre una buena adhesión al pezón.
También podemos aumentar la cantidad de veces que amamantamos al bebé y el tiempo que permanece con cada pecho. Cuanto más frecuentes sean las succiones y mayor el tiempo de amamantamiento, más aumentará la producción de leche.
Finalmente, es conveniente que la madre cuide bien su cuerpo y salud. Se recomienda tomar abundantes líquidos, siempre evitando el exceso de té, café, mate y gaseosas. Y el descanso es otro factor muy importante: algunos casos de falta de leche se deben al stress. Por eso, se recomienda dormir alguna siesta corta durante el día e intentar relajarse antes de amamantar.
Fuentes:
Parenting.com
Mayo Clinic
Babycenter
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