Cuando entramos en un local para comprar zapatos, buscamos aquellos modelos que nos sean más agradables a la vista y que sean compatibles con nuestros gustos y estilo. Rara vez tomamos en consideración que los zapatos también influyen en el bienestar de nuestro cuerpo, y que por lo tanto tenemos que elegir un modelo que se acomode bien a nuestro pie. A la hora de elegir un zapato, es necesario que recordemos que un calzado inadecuado podría provocarnos irritaciones, ampollas, callos o desfiguraciones permanentes (como los juanetes) en los pies. Por lo tanto, la próxima vez que compremos zapatos sería bueno que tomemos en cuenta algunos consejos.
¿Cómo elegir un zapato que nos proteja el pie?
La principal función del calzado es brindarnos protección. Para que nos proteja efectivamente, la ley fundamental es elegir un zapato que se ajuste a nuestro pie y no forzar que nuestro pie se ajuste al zapato: si el calzado nos aprieta el pie o los dedos, o si sentimos que nos molesta porque tiene material duro, conviene que nos inclinemos por otra opción. A continuación, les dejamos algunos otros consejos de la Asociación Americana de Cirujanos Ortopédicos:
* El calzado debe estar bien ajustados en la parte de los dedos y en el talón. Un zapato demasiado chico ejercerá presión sobre estas partes, mientras que uno demasiado grande dejará demasiado espacio para el movimiento. El resultado podría ser el mismo: ampollas, lastimaduras, irritaciones, etc.
* Los pies se agrandan con el peso y pueden hincharse a medida que pasa el día. Por lo tanto, conviene probarnos los zapatos parados (es decir, con el peso normal que van a tener nuestros pies) y al final del día.
* Los pies generalmente no son iguales, alguno puede ser más largo o más ancho que el otro. Por lo tanto, probémonos los zapatos en ambos pies. Si uno de los pies es mucho más chico que el otro, podemos agregar algún dispositivo al zapato para que ajuste mejor.
* Las medidas no se mantienen entre distintos zapatos: quizás sepamos que nuestro pie requiere calzado número 39, 40, 41, etc. Sin embargo, este dato es orientativo, ya que no todos los zapatos tienen el mismo tamaño por más que compartan la medida. Por eso, nuevamente, lo aconsejable es probarnos los zapatos antes de comprarlos.