Frío, viento, transpración… muchas personas relacionamos estas circunstancias con el ejercicio en invierno y nos preguntamos: ¿no será mejor quedarnos en casa y no arriesgarnos a pescar un resfrío u otro virus? Sin embargo, hacer ejercicios moderados durante la semana puede ayudarte a tener una salud más fuerte y menores probabilidades de contraer una enfermedad virósica estacional.
Los ejercicios, un modo de prevención
La mejor manera de prevenir las enfermedades virósicas estacionales es manteniendo un sistema inmunológico fuerte. ¿Cómo se obtiene? Depende de muchos factores, pero podemos resaltar algunos puntos importantes: seguir una dieta nutritiva y balanceada, reducir el estrés, descansar adecuadamente y…. hacer ejercicio.
¿Pero hablamos de cualquier tipo de ejercicio? En realidad no: las actividades prolongadas e intensas (como el fútbol o las maratones) podrían disminuir las defensas, mientras que el ejercicio moderado y realizado rutinariamente (por ejemplo, 30 minutos y 5 días a la semana) produciría un efecto positivo en el sistema inmunológico.
Algunos ejercicios que te pueden ayudar son las caminatas, nado, bicicleta o trotes.
Precauciones
Para que el ejercicio no se vuelva contraproducente hay un aspecto muy importante que debemos tener en cuenta, y que tiene que ver con lo que hacemos una vez que termina el ejercicio. Es normal que durante la actividad física transpiremos y que la ropa se humedezca. Si nos mantenemos con la ropa húmeda durante un tiempo y nos exponemos a corrientes de aire, aumentan las probabilidades de que nos enfermemos. Por lo tanto, es importante que no dejemos pasar mucho tiempo entre que terminamos el ejercicio y nos bañamos o nos cambiamos la ropa por una que esté seca.
Además, debemos resaltar los puntos indicados al principio de la nota: el ejercicio debe ser acompañado por una buena alimentación y un descanso adecuado. De esta manera, le estaremos haciendo un bien a nuestra salud.