Dejá los cigarrillos en su paquete: los fumadores tienen el doble de probabilidades de sufrir un ataque al corazón, y este no es el único mal que trae el cigarrillo. La salud y el tabaquismo no se llevan para nada bien.
Transpirá un poco: el corazón es un músculo, y también necesita ejercicio. 30 minutos de ejercicio por día sería lo ideal, pero si te cuesta esta rutina empezá de a poco y aprovechá cada momento para ejercitarte. Por ejemplo, subí por las escaleras en vez de usar el ascensor.
Cuidate con la comida: la alimentación es fundamental para tener un cuerpo sano. Algunos alimentos son muy buenos para el corazón: el pescado, los vegetales, las frutas, las pastas, el arroz. Otros son muy malos, como los alimentos que tienen una gran cantidad de grasa saturada. Nada más recomendable que un buen plan de nutrición.
Desconfiá del salero: la sal aumenta la presión arterial, y ello aumenta el riesgo de sufrir enfermedades coronarias. Es importante reducir la cantidad de sal que consumimos. Además, deberíamos evitar los productos que ya vienen muy salados: snacks, embutidos, salsa de soja, etc.
Respirá hondo: el estrés produce cambios en la vida de las personas que pueden afectar a la salud. Por ejemplo, dormir mal o, en caso de ser fumador, fumar una mayor cantidad de cigarrillos. Por eso, si percibís que estás muy estresado tomá las medidas necesarias para relajarte.
No apures el vaso: el exceso de alcohol puede dañar tu corazón, aumentar la presión arterial o hacerte ganar peso. Todos estos factores son un riesgo cardíaco. Si querés cuidarte, no te excedas con el alcohol.
Consulta con los que saben: es importante consultar con los especialistas. Un cardiólogo te puede dar un buen diagnóstico y te puede aportar consejos adaptados a tu situación particular. Un nutricionista te puede dar un plan de alimentación que te ayude a reducir los riesgos de salud. Un psicólogo te puede ayudar a lidiar con el estrés. No dejes de consultar a los médicos.
Fuentes: American Heart Association y Organización Mundial de la Salud.